miércoles, 9 de febrero de 2011

La vida buena, de Javier Sádaba

La vida buena, de Javier Sádaba

Se trata de un libro que la SEMERGEN regalaba en un congreso pasado, y que no entendí muy bien el porque del regalo. Como el tema de la felicidad a pesar de ser recurrente siempre tiene su interés lo puse en espera para leerlo; hasta que al final le eché el diente. En mi humilde opinión de ser lerdo en materia filosófica, se trata de un libro con ideas hilvanadas a base de los pensamientos del autor sin que exista un hilo conductor claro o sin que tenga una intencionalidad clara para aquellos que siempre buscamos un recetario con la que incorporar enseñanzas a nuestra vida diaria. Se lee bien, pero no emociona.

Alguna cita:
“Frente a la confrontación, cooperación que puede tener lugar como consecuencia de una aséptica teoría de juegos. Pero no es menos cierto que es posible cargar lo cooperación con razones y sentimientos que hagan de los humanos algo más que unos insectos y algo más que unos calculadores. Una sana combinación de bienestar personal y colectivo está inscrita en nuestras posibilidades. Y probablemente de esta manera aumentaríamos el bienestar propio y general. Un bienestar bien humano. Pag 154

“La libertad no es una habilidad circense o un desafío a ver quién lo hace más difícil. Con un pie dentro de lo que existe y con otro en lo más utópico, habría que ir creando las condiciones de un mundo mejor; mejor por más libre y menos sujeto a bienpensantes de oficio, correveidiles a la espera de una gratificación en el escalafón o amargados que ahogan su impotencia con la mirada por encima del hombro. O con la pluma, cuando la tienen, dispuesta a defender a sus jefes. Quien es libre pensando por él mismo, aunque se confunda, y hace lo que piensa que tiene que hacer, aunque vuelva a confundirse, obtendrá una de las mayores satisfacciones a nuestro alcance. Hagamos, por tanto, y dentro de lo posible, lo que nos dé la gana”. Pag 185-6

“La felicidad es, desde luego, individual. Pero la felicidad humana es, en sus rasgos básicos, también una felicidad compartida. En caso contrario nos encontraríamos con el absurdo de la felicidad por la fuerza, una felicidad animal, reducida, en el mejor de los casos, al placer. Y el placer es solo un escalón subordinado a la felicidad.” Pag 240

Ed Península- Atalaya. Barcelona 2009

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